domingo, 21 de febrero de 2016

Ochenta aniversario del Frente Popular de 1936

Rostros de los principales líderes del Frente Popular

El 16 de febrero de este año se cumplen 80 años del triunfo del Frente Popular en las elecciones generales de 1936. Este acontecimiento histórico significó un gran progreso en la vía de la democracia iniciada por España en 1931 con la instauración de la Segunda República.

En las elecciones celebradas anteriormente, en noviembre de 1933, la izquierda que había concurrido desunida, sufrió una cruel derrota, mientras que la derecha, representada mayormente por la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por Gil Robles, salía victoriosa con 113, de un total de 213 diputados de los partidos de derechas, frente a los 121 diputados obtenidos por los partidos de izquierda.
Después de la derrota de la clase obrera en la revolución de octubre de 1934, se inicia una etapa de sangrante represión, que lleva a las fuerzas de izquierda a una mayor toma de conciencia de la necesidad de forjar una unión, capaz de hacer frente a la creciente y agresiva ofensiva de la derecha, cuya deriva hacia la adopción de medidas fascistoides preludiaba un negro futuro para España.
Para ello, era preciso movilizar a las masas en torno a una serie de reivindicaciones que todos los partidos de izquierda habían hecho suyas, como eran la lucha contra la pena de muerte y por la amnistía, así como la liberación de los 30.000 presos de todo el espectro político de izquierdas: socialistas, comunistas, anarquistas, republicanos y nacionalistas catalanes. El tema de la amnistía contaba con la adhesión de todo el pueblo como elemento catalizador e impulsor de una acción colectiva de fuerzas políticas y sociales. Toda una serie de iniciativas anunciaban esta tendencia en favor de la unión.
Los partidos republicanos en el movimiento de unión de la izquierda
Varios mítines organizados por Azaña, empezando por el de Mestalla el 26 de mayo de 1935, al que siguió el de Baracaldo el 14 de julio, y, por fin, el de Comillas el 20 de octubre del mismo año, iban en este sentido. Este último se convirtió en una impresionante manifestación en favor del Frente Popular, con la participación de medio millón de personas de ideas progresistas de diferentes partidos políticos, no solo republicanos, sino también obreros como el Partido Socialista, el Partido Comunista y los sindicatos UGT (socialista) y CNT (anarquista). En ese histórico mitin, Azaña, que era un extraordinario orador, consiguió enardecer a una audiencia entusiasta y transformar el acto en una multitudinaria manifestación en favor del Frente Popular. El 14 de noviembre de 1935, Azaña dirigía una carta al Partido Socialista, proponiéndole una alianza electoral.
Los partidos obreros en el movimiento de unión de la izquierda
El Partido Socialista.
Cartel de propaganda electoral de Frente Popular
Cartel de propaganda electoral de Frente Popular
La Comisión Ejecutiva del PSOE respondió favorablemente a la propuesta de Azaña y elaboró un proyecto de programa, compuesto de dos partes, una relativa a las resoluciones adoptadas antes de las elecciones, y, otra, a las medidas de gobierno y legislativas post-electorales. Entre las medidas preelectorales se contaban, entre otras, el restablecimiento de las garantías constitucionales, el indulto de las organizaciones obreras disueltas y la reposición de los ayuntamientos elegidos el 12 de abril de 1931. En cuanto a las medidas post-electorales, cabe mencionar, entre otras, la concesión de una amplia amnistía para los condenados por delitos políticos, el restablecimiento de las leyes sociales promulgadas por las Cortes Constituyentes, la nacionalización de la Banca, la nacionalización de la tierra, que sería entregada a las sociedades obreras para su explotación colectiva, la depuración de las Fuerzas Armadas, el restablecimiento del Estatuto de Cataluña y la aprobación de los que presentaran las demás regiones.
Además, el Partido Socialista, en su respuesta a Azaña, declaraba que consideraba imprescindible incluir en la coalición electoral a otras fuerzas obreras como eran los comunistas, con cuyo fin elaboró el proyecto de programa que hemos mencionado.
Sometido este programa, particularmente revolucionario, a la consideración de Indalecio Prieto que se encontraba todavía en el exilio en París, después de su participación en la revolución de1934, el líder socialista no le dio su conformidad, con el argumento de que si el Partido Socialista aspiraba a gobernar conjuntamente con los republicanos, tenía que rebajar algunas de sus reivindicaciones, como eran la nacionalización de la Banca y de la tierra, ya que ambas podían chocar con las ideas de los partidos burgueses republicanos, Prieto tampoco estaba de acuerdo con la decisión de la Comisión Ejecutiva del PSOE de que el Partido Comunista participase en la elaboración del proyecto de programa electoral de las organizaciones obreras antes de que fuera sometido a la consideración de los partidos republicanos.
El Partido Comunista
Composición de la Cámara después de las elecciones de febrero de 1936
Composición de la Cámara después de las elecciones de febrero de 1936
El Partido Comunista, por su parte, se mostró claramente partidario de la unión de todas las fuerzas de izquierda en un Frente Común. En un mitin celebrado en el Monumental Cinema en junio de 1935 propuso ya a todas las fuerzas obreras y republicanas la constitución del Frente Popular.
Esta posición del Partido Comunista en favor de la Unión con otras fuerzas de izquierda, tanto obreras como burguesas, significó un cambio notable respecto de la actitud mantenida hasta entonces hacia otros partidos del espectro político progresista. En este cambio desempeñó un papel primordial el nuevo secretario general José Díaz, para quien las posiciones sectarias en las que el PCE se había enrocado hasta entonces no conducían a nada más que a aislarlo de las masas. Este cambio coincidió más o menos con el VII Congreso de la Internacional Comunista, celebrado en agosto de 1935 en Moscú, en el que el movimiento comunista internacional dio un viraje histórico, preconizando una política de coaliciones con las fuerzas burguesas progresistas. Impulsor de esta política fue el dirigente comunista búlgaro Giorgi Dimitrov, quien pronunció un discurso histórico, en el que destacó que la instauración del fascismo no era el simple cambio de un gobierno burgués por otro, sino el paso de una democracia burguesa a “una dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero”.
El VII Congreso fue particularmente crítico con los errores sectarios cometidos por los comunistas en épocas anteriores. Uno de los principales cambios históricos del VII Congreso fue el de rechazar consignas sectarias, tales como la de aplicar a los socialistas el calificativo de “socialfascistas”, lo que les había creado problemas en sus relaciones con una parte importante de los trabajadores, con la que podían coincidir en la lucha por la defensa de la democracia. La aplicación del calificativo de “socialfascistas” a los socialdemócratas en aquel periodo histórico revelaba una visión estrecha y sectaria, una interpretación mecanicista, y no dialéctica de la realidad.
Ni que decir tiene que los acuerdos de la Internacional Comunista repercutieron positivamente en las relaciones del PCE con el PSOE. Toda una serie de medidas adoptadas iban en este sentido. Entre ellas cabe mencionar la unidad sindical lograda con el ingreso, en diciembre de 1935, de la Confederación General del Trabajo Unitaria (CGTU), de tendencia comunista, en la UGT, de tendencia socialista. El Partido Comunista coincidía con la mayoría de los puntos del proyecto de programa del Partido Socialista, aunque defendía una posición distinta en algunas de las soluciones a los problemas planteados en el documento.
El programa del Frente Popular
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Las negociaciones con los partidos republicanos fueron largas y no siempre fáciles. Sin embargo, tanto socialistas como comunistas estaban dispuestos a llegar a un acuerdo que permitiera forjar una unidad de las fuerzas antifascistas frente a la reacción. Para tal fin, tuvieron que hacer concesiones hasta ponerse de acuerdo sobre un programa bastante moderado, en el que se abordaban, entre otras, cuestiones de orden político y social:
  • Concesión de una amplia amnistía de los delitos político-sociales
  • Readmisión en sus puestos de trabajo de los obreros despedidos por sus ideas o por motivo de huelgas políticas
  • Restablecimiento del imperio de la Constitución
  • Adopción de medidas en favor de los cultivadores directos y acceso a la propiedad de la tierra de quienes la venían trabajando durante cierto tiempo
  • Adopción de medidas de fomento de la industria y el pequeño comercio
  • Establecimiento de planes de construcción de viviendas, de obras de riego y de obras publicas
  • Establecimiento de una dirección del Banco de España que cumpliera su función de regulación del crédito conforme lo exigiera el interés de la economía española, y sometimiento de la Banca privada a “reglas de ordenación”
  • Reforma fiscal destinada a garantizar una redistribución lo más equitativa posible de las cargas públicas
  • Mejora de las condiciones morales y materiales de los trabajadores
  • Establecimiento de salarios mínimos a fin de asegurar a la clase trabajadora una existencia digna
  • Creación de escuelas primarias, secundarias y de formación profesional
  • Acceso a la enseñanza meda y superior de la juventud obrera y, en general, de los estudiantes seleccionados por su capacidad
  • Restablecimiento del Estatuto de Autonomía de Cataluña y desarrollo de los estatutos de autonomía consignados en la Constitución
  • Desarrollo de una política de adhesión a los principios y métodos de la Sociedad de Naciones
Firmaron el Pacto del Frente Popular los siguientes partidos y organizaciones: Izquierda Republicana, Unión Republicana, Partido Socialista, Partido Comunista, Partido Sindicalista y Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM).
Triunfo del Frente Popular el 16 de febrero
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El Frente Popular obtuvo una victoria indiscutible, a pesar de todos los obstáculos puestos en su camino por las fuerzas de la reacción para impedir que se impusieran en las urnas las fuerzas del progreso. La CNT, el poderoso sindicato anarquista, que rehusaba tradicionalmente votar en las elecciones, abandonaba en esta ocasión su actitud abstencionista y daba libertad de voto a sus afiliados, la mayoría de los cuales votó al Frente Popular.
El Frente Popular obtuvo 269 diputados frente a 157 de los partidos de la derecha. El Partido Socialista que había obtenido 58 diputados en las elecciones de 1933 obtenía 88 en las de 1936; Izquierda Republicana pasaba de 7 diputados, en las elecciones de 1933, a 81 en las de 1936; y el Partido Comunista, que había sacado un solo diputado en 1933, obtenía 17 en 1936.
Los partidos que formaban parte de la coalición del Frente Popular conservaban cada uno su propia identidad y su propio grupo parlamentario en el Congreso. Lo que les unía era un programa común, con el que habían ido juntos a las elecciones y que les había dado la victoria. El triunfo del Frente Popular significó un triunfo de la democracia en España.
El 19 de febrero Azaña formaba el nuevo Gobierno, compuesto enteramente de partidos republicanos burgueses, pero con el pleno apoyo de los partidos obreros, aunque éstos no formaban parte de él. Más bien moderado, no representaba ningún peligro para los intereses de la oligarquía financiera. Sin embargo, una vez que el golpe militar de Sanjurjo en 1932 había fracasado, lo mismo que las tácticas de la derecha de imponer el fascismo por la vía legal, no quedaba otro camino que el de apoderarse del poder derrocando al Gobierno, legítimamente elegido por el pueblo. Después de alguna que otra intentona, que no prosperó, lo conseguían por fin en julio, sumiendo a España en una sangrienta guerra de casi tres años seguida de una feroz dictadura que duraría 40 años.

María Rosa de Madariaga ||

Historiadora ||

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