miércoles, 13 de enero de 2016

La doctrina gallina


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La Infanta Cristina y su marido, Íñaki Urgangarín, a su salida del primer día del juicio por el ‘caso Nóos’. / Cati Cladera (Efe)
El juicio del llamado caso Nóos no arrancó, como estaba previsto, la mañana del lunes 11 de enero en la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca. Lo hizo unas horas antes y en una televisión, tal y como requieren estos tiempos modernos: a las nueve y media de la noche del domingo 10 de enero, el empresario Diego Torres fue entrevistado por Ana Pastor en La Sexta. Una entrevista promocional, que sirvió al socio de Urdangarín, al que llamaba “don Iñaki”, para marcar paquete y apuntar estrategia defensiva.
Envejeció su aspecto con unas gafas ahumadas, se mostró como una víctima de aspecto triste, y ejerció de chantajista presumiendo de discos duros con más de 500.000 documentos. “Puede haber algo más en esos discos, claro que sí”, sentenció ante una Ana Pastor que, al no conocer en profundidad el caso, pasó de puntillas y ejerció de comparsa de Torres.

Unas horas más tarde, ya en el juicio, la infanta apareció desencajada y don Iñaki compungido. Pobres. Sin maquillaje, casi sin expresión facial, sin rastro de vergüenza, se sentaron tímidamente en esas sillas azules e incómodas, impropias de su categoría social, y pusieron ojitos de cordero degollado. Sus abogados, más sueltos, enseñaron los colmillos y pidieron que se aplicase la ‘doctrina Botín’. Y eso porque no existen las doctrinas Amancio Ortega o Alicia Koplowitz, que si no también las habrían pedido.
La que sí existe es la doctrina gallina. La imagen de la infanta sentada en el banquillo coincide con una condena ejemplarizante del Juzgado de lo Penal número 5 de Almería: nueve meses de prisión a un hombre de 37 años por un delito de robo con intimidación en grado de tentativa. El delincuente en cuestión entró en un corral y mató una gallina, dijo que para comérsela, cuando fue sorprendido por el hijo del dueño del gallinero. El asesino de aves apuntó con el bardeo al chico, que esgrimía un palo, y huyó sin llevarse el animal. El condenado, lejos de ser miembro de la familia real o de la selección española de balonmano, o al menos un emprendedor de pro, solo era senegalés.
Si en los platillos de la balanza de la Dama de la Justicia pusiésemos la doctrina gallina y la doctrina Botín, el equilibrio sería absoluto. Prevaricación, malversación, fraude a la administración y falsedad documental en un lado. Un pollo, desplumado y listo para el puchero, 4,36 euros en Carrefour (a 2,18 el kilo), en el otro. En esta España de gallinas y botines, el viejo filósofo que sostenía que “la justicia no es sino lo que interesa al más poderoso” sería considerado un peligroso antisistema. Y como Platón, Dolores Ripoll, la representante de la Hacienda Pública en la causa que en el primer día del juicio del caso Nóos dejó las cosas muy claras: “El lema Hacienda somos todos es solo publicidad”.
“Este es un gran país”, repite una y otra vez Mariano Rajoy.


JAVIER PéREZ DE ALBéNIZ | Publicado: - Actualizado: 09:53

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