martes, 14 de abril de 2015

Crísis de superproducción/ Leontiev


La sociedad hubo de pasar por no pocas conmociones y catástrofes antes de surgir y afianzarse el régimen capitalista. Pero, las causas de estas conmociones eran entonces las extraordinarias calamidades naturales o sociales: inundaciones, sequías, sangrientas guerras o devastadoras epidemias. De resultas de semejantes catástrofes decaía mucho la producción, se destruían y se aniquilaban los frutos de largos años de trabajo y las masas populares se veían condenadas a la extrema miseria y al hambre.
Ahora bien, nadie más que el capitalismo ha engendrado las crisis de superproducción, cuando crueles privaciones de las masas trabajadoras son consecuencia de que se “han producido demasiadas” mercancías.
No obstante, ¿es verdad que se producen “demasiadas cantidades”  de carbón, grano, ropa, vivienda, etc.? Claro que no. La demanda de grano, carbón y ropa es enorme. No se han producido demasiadas cantidades de mercancías en comparación con la verdadera demanda de los trabajadores, sino en comparación con su capacidad adquisitiva.
Al capitalismo no le preocupa en absoluto la satisfacción de las necesidades de la sociedad. A los capitalistas les interesa otra cosa: la posibilidad de vender las mercancías producidas a un precio que le asegure una ganancia bastante alta.
Y precisamente esta posibilidad es la que desaparece durante la crisis. La gran diferencia entre la suma de mercancías producidas en las empresas capitalistas y la demanda solvente de la población conduce a las crisis económicas de superproducción.
Durante la crisis de 1929-1933, en los EEUU se quemaban el trigo y el maíz en lugar de carbón. Millones de cerdos fueron aniquilados. La cosecha de una parte considerable de algodón se quedó en los campos y se pudrió. En el Brasil se arrojaron al mar millones de sacos de café. En Dinamarca fueron exterminados rebaños de vacas, en Francia e Italia fueron destruidas miles de toneladas de frutas. Las crisis económicas de superproducción son engendro de la contradicción básica del capitalismo. Es, como hemos visto antes, la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación del producto. La contradicción fundamental del capitalismo condiciona la anarquía de la producción y el consumo limitado de las masas debido a la explotación del trabajo por los capitalistas. La anarquía de la producción capitalista y la explotación del trabajo por el capital hacen inevitables las crisis económicas de superproducción, que conmueven a los países capitalistas. 
En su avidez de ganancia, los capitalistas procuran producir mas mercancías. Caldea este afán la competencia. Y el nivel de consumo de las masas trabajadoras se halla limitado debido a la explotación capitalista, lo que supone la reducción relativa de la demanda solvente, la reducción de la posibilidad de vender las mercancías. La finalidad de la producción capitalista no es la satisfacción de las necesidades de la sociedad, sino la ganancia a cuenta del trabajo no retribuido a los trabajadores. Pero al fin y al cabo, incluso bajo el capitalismo, la producción va ligada al consumo y depende de éste.

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