jueves, 19 de marzo de 2015

A pie de tajo

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Hubo un tiempo no muy lejano en el que sobre todo la juventud de mi pueblo que estaba en paro si quería lograr un puesto de trabajo tenía 100% de posibilidades de lograrlo en un tiempo relativamente muy corto. Y todo ello sin necesidad de acudir a ninguna institución, ninguna lista de paro ni mirar ningún anuncio. El movimiento popular se encargaba de suministrarlo con efectividad comprobada. Eso sí que era una agencia de colocación.

El tema era bastante sencillo. Se pillaba el mapa del municipio y como si fuera la guerra (que lo era) se iban señalizando todas y cada una de las obras en activo. Después entraba en juego el glorioso y selecto grupo de intelligentsia,que recopilaba toda la información escrita y no escrita sobre cada obra. Con esa información que aunaba todo tipo de irregularidades, vacíos, falta de seguridad, falta de mano de obra del propio pueblo, condiciones de trabajo dudosas, no cumplimiento de convenio y todo lo que se pudiera o pudiese meter a la saca, se decidía en alegre asamblea cuanta gente iba a entrar a trabajar en cada obra determinada.
No había fallo en el análisis y en la gran mayoría de casos los patrones, responsables y jefazos de las constructoras coincidían matemáticamente con el diagnóstico de la alegre asamblea de parados y amablemente accedían a fichar uno tras otro a los laboriosos asamblearios. ¡Para que luego algunos hablen de que no es posible la conciliación de clases!
Aunque bueno, para ser sinceros he omitido un pequeño detalle no muy conciliador. Si había alguna divergencia de opiniones (siempre es sano el debate) se entraba en un proceso negociador que consistía en que la asamblea paraba la obra estilo herri harresia. Mano de santo. Y no veas como se corría la voz. Pese a que se hicieron bastantes parones de obra al final parecía que en el convenio de la construcción en Bizkaia se hubiera añadido un anexo donde pusiera que en nuestro pueblo los parados eran encargados de gestionar y suministrar curro. Y así era en la práctica.
Ciertamente era una época en nuestro pueblo y en muchos otros de auge del ladrillo y obras por doquier. Pero había dos pegas. La primera era obvia, básicamente el tema estaba centralizado en la construcción y no abarcaba más ámbitos y esferas de trabajo. Lo que no estoy seguro es si se podría haber ampliado a otros sectores o esto tiene relación directa con lo que decían los antiguos barbudos de que los que llevan martillo al cinto están más cabreados por naturaleza y por lo tanto más sueltos y resueltos llegada la ocasión.
En cualquier caso el otro día andaban escandalizados en el chorreo español porque en Etxebarri los parados del barrio bloquearon una obra ya que como bien dicen era la «única forma» de que la empresa que ejecuta los trabajos «entrase en razón» y cumpliera su «palabra» de que iba a contratar a personas pertenecientes a la asamblea. «Nos dijeron que iban a emplear a dos miembros para hacer las aceras, pero pasaba el tiempo y veíamos que no nos llamaban. Se estaban riendo de nosotros».
Tras el bloqueo ya han sido aceptados a trabajar mientras el alcalde ha mostrado su sorpresa de que hayan sido aceptados ya que según él todo estaba en orden y debido cumplimiento.
No se sorprenda tanto señor alcalde porque no hay nada en orden en este país y posiblemente un nuevo ciclo y vuelta de tuerca a la acción directa desde las cosas más pequeñas hasta las más grandes sea de lo mejor que le pueda pasar a la clase trabajadora vasca.
La pena es que Juanjo Basterra no lo podrá contar ya en las páginas de economía del diario Gara. Eskerrik asko por haber estado tantos años a pie de tajo con los tuyos!
Autor: Borroka garaia da!

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