miércoles, 15 de octubre de 2014

Podemos. Notas Críticas.

He de precisar en primer lugar que no creo en pastores ni en mesías. Es un punto importante para entender mi predisposición a la crítica de Podemos. Si hablamos de su cabeza más visible, Pablo Iglesias, las críticas que hacia él se dedican por su egolatría, o su ‘aspecto’ no son más que sandeces susceptibles de buenos chistes (yo mismo cuento unos de miedo) y poco más. No sirven para el análisis de este colectivo y mucho menos para dar una imagen seria de quienes sí hacen una crítica constructiva al proyecto, que parecen invisibles ante la farándula desinformativa de la ‘derecha’ nacional. Pero sí tomo en cuenta el pasado de Pablo, como la organización que va detrás de él dándole desde el principio el apoyo logístico y político que necesitaba.
Izquierda Anticapitalista, esta organización de la que hablo, no es más que un colectivo de tintes peligrosamente troskistas, como bien han reconocido personas cercanas a él. Un colectivo que, entre otras cosas, ha visto como Pablo ha tapado completamente a sus cabezas de lista como pudieron ser Miguel Urbán, entre otros. Digamos que el trampolín y la jugada fue clara, aunque no se quiera reconocer. A ello se suma la posición que integrantes como Errejón o el propio Iglesias tenían en su propia universidad. Siendo poco solidarios de por sí con la represión que sus propios alumnos soportaban por parte del Estado, usurpar el poder estudiantil a través de asambleas y votaciones ‘peculiares’ de colectivos como Contrapoder da una imagen poco favorable a la postura ‘solidaria’ que muestran actualmente en los medios de comunicación con temas como los desahucios, por no hablar de sus continuas faltas de respeto (por decirlo suavemente) a presos políticos (a los que etiquetan de pistoleros), como en el caso de Pepita Seoane. Muy revolucionario todo.  
Pero esta parte es la más personal, por lo que no me extenderé más porque no viene a cuento hacerlo ahora. Hablemos de lo realmente importante, la táctica política.
Podemos nace como un proyecto electoralista que toma el poder político como un ‘todo’ pequeño burgués. Es curioso que el propio Pablo criticara públicamente en ocasiones a esas queridas ‘sectas troskistas’ que creían que extraterrestres vendrían a la Tierra para salvar a la humanidad. Quizás era una perfecta metáfora de lo que está intentando hacer él de este proyecto y de la sociedad española en la actualidad. El caso es que el poder, para Podemos, reside en las urnas. A través de las urnas, con una confluencia popular a modo de frente de ‘izquierdas’ pretende lograr el control del Estado. Ahora viene el porqué de mi crítica. Pablo, Íñigo, Monedero, son personas lo suficientemente inteligentes para saber conscientemente que el poder no reside en las urnas en el Estado español. Están haciendo creer a sus círculos, y a más de un millón de votantes en toda España que con un proyecto popular con similitudes al de Allende (salvando las distancias) podrán lograr llevar a  cabo un programa electoral que tiene, entre sus propuestas, la auditoría de deuda, la renta básica, o por qué no decirlo, la restauración del Estado de Bienestar a nuestro país. Pero no sólo son inteligentes por ser conscientes de esto, sino que también saben peligrosamente que en plena crisis estructural del sistema capitalista, el ciclo natural impide que se restituyan estos Estados de Bienestar tan queridos, que en realidad no son más que una falacia socialdemócrata bastante cruel si se analiza desde dentro. Otra curiosidad que encuentro, que quizás nadie ha entendido, es su rechazo al Tratado de Libre Comercio con EEUU (¿buena noticia pensaremos, no?). Pero tiene trampa esto. Porque a cambio, defienden el establecimiento de tratados de libre comercio con Latinoamérica, lo cual actualmente, en mi opinión, entra en absoluta incertidumbre, además de ser un negocio redondo para los socios clave de personas como Monedero, que sí, tienen intereses económicos también en países como Venezuela aunque parezca un ataque indiscriminado.

Lo más preocupante es que el proyecto se haya consolidado en plena crisis estructural del sistema y previamente a unas elecciones europeas. Sobre todo porque Podemos no pretende salir de la UE, solo reformarla hacia una integración más social, otra consigna que suena realmente bella a simple vista, pero que si analizamos, ingenuidades aparte, no es posible, puesto que al igual que en el Estado español, el poder de la UE no reside en el Parlamento, aunque se extienda información de que este cada vez tiene más poderes. Las decisiones más importantes se toman en instituciones como la Comisión Europea (como el TLC, que se ha realizado a puerta cerrada) por orden del FMI, BCE, OMC, etc. En un sistema capitalista, y esto creo que Pablo lo sabrá por supuesto al ser doctor en Políticas y gustarle citar tanto a Lenin y Gramsci, el poder no reside en el estadio político, sino que la ‘’casta política’’ de la que él habla, no es más que la ejecutora de las corporaciones económicas: multinacionales, empresas incorporadas a la patronal, etc. Lo que se llama de toda la vida burguesía. Por tanto, al hacer creer a la gente con dichas populistas que ‘el miedo cambiará de bando’ por tomar el poder político, no está más que intentando hacer creer una utopía que el propio Allende comprobó con varias balas en su cuerpo. Es una vía históricamente cerrada. Miren si no el caso de Venezuela, donde a pesar de tener el ejército de su parte, el gobierno chavista de Maduro navega cada día más a la deriva en su etapismo sin salir del sistema capitalista y cada vez más moribundo en un callejón con una única salida, más y más socialismo de verdad. 
Pero aún así el colectivo Podemos parece tener un carácter más ciudadanista, que atrae a masas desideologizadas hablando de derechos universales y no de la realidad que es la lucha de clases. Al estilo Rafael Correa, más o menos, para hacernos una idea. ¿El problema de esto? Que el partido no ve en las masas una poderosa herramienta de cambio ideológico. Solo ve en ellas un medio útil para obtener el poder. Es decir, no existe formación de cuadros, ni apoyo mutuo, ni ningún tipo de estrategia política que caracterice a un partido comunista, por ejemplo, donde todos sus militantes tienen la misma importancia y todos participan de la vanguardia ideológica y práctica de este. Podemos simplemente ve en los votos una posibilidad más de mercado. De mercado electoral, como retrataba Schumpeter. Obtener el poder captando votos, aunque ni se sepa qué se está votando. Aunque no se tome en cuenta la postura real de las personas. Es más, ni si quiera se tiene en cuenta la alienación política provocada por los medios de comunicación y la educación, porque la maquinaria mediática de Podemos no es tan diferente, es más, esta fórmula de irrupción en las instituciones había sido históricamente utilizada en numerosas ocasiones.

También es preciso hablar del reformismo que todo ello expresa. Podemos no pretende crear una sociedad nueva, fuera de los vicios del capitalismo, de las enfermedades del patriarcado, o de los riesgos de la sobreexplotación de recursos naturales (aunque en este tema parecen ser alumnos un poco más aventajados, por suerte). Tan solo creen en la reforma de esta sociedad actual hacia un modelo más justo, pero no completamente justo, porque eso no es posible en este sistema. Ni qué decir que no aspiran a liberar a la sociedad de la codicia provocada por la propiedad privada ni de la esclavitud de los salarios que provoca la estructura productiva capitalista (¡es más, apuestan por subvencionar a la pequeña y mediana burguesía!). En resumen, tan solo buscan reconciliar a empresarios y trabajadores, lo que supone una clara traición a la clase trabajadora se vea por donde se vea. Lo peor es que se resguarda tras la crítica al purismo ideológico, al fanatismo del que se nos critica, sin atener a la realidad que es la que expresamos, aunque probablemente esta la conozcan bien Pablo & compañía, pero no lo dicen.
Siguiendo la tónica expresada por la CNT estos días, también debo mi crítica a que estos proyectos oportunistas y reformistas ponen en riesgo la movilización social. La llegada de nuevas caras que crean ilusión y fe ciega en las masas provocan una sensación de analgésico en los ánimos de la clase trabajadora, que cree tener en estos líderes una nueva oportunidad para mejorar sus vidas. La pequeña burguesía, en sintonía, confía en ellos para recuperar sus privilegios perdidos con la crisis económica, y así, el lograr poder electoral acaba siendo un plato fácil de cocinar. La desmovilización social que esto provoca, rompe todos los esquemas y echa por tierra todos los esfuerzos realizados por colectivos comunistas y anarquistas para organizar a la gente descontenta y explicarla por qué han sido engañados. Echa por tierra esos esfuerzos, y por tanto también las condiciones revolucionarias creadas poco a poco por la clase trabajadora, un proceso lento que necesita de masas politizadas, implicadas, y no de traidores. Muchas personas se resguardan bajo el ‘es que confiáis en una revolución que no va a existir en el siglo XXI porque no hay condiciones necesarias para ello’. Claro que no las hay, porque son estos partidos precisamente los que las rompen con estas tácticas políticas parlamentarias. El caso más claro fue Grecia, donde existían las condiciones idóneas para ese proceso revolucionario, pero partidos como el KKE mostraron su claro revisionismo y error táctico al no saber aprovecharlas y dejar todo en manos de las urnas. Por no hablar de Syriza, el modelo que todos buscan en nuestro país, y que no ha conseguido más que alabanzas por parte de medios internacionales y estadounidenses ante el poco peligro que expresan sus políticas futuras para los intereses de la burguesía internacional. Es decir, Podemos, al igual que Syriza, no aspira más que a ser un gestor diferente de las políticas que vienen de más arriba. Es más, si fuera realmente peligroso para el sistema como muchas personas creen, ya estaría ilegalizado y no tendría hueco en medios de comunicación de la burguesía corporativa española. Quizás el único pánico que tienen a Podemos es la posibilidad que expresa de investigar los crímenes del franquismo, o el apoyar el derecho de autodeterminación de pueblos como el catalán o el vasco. Pero en ningún caso económicamente son una amenaza, es más, son aliados directos (aunque sus votantes no lo sepan o no les interese) de la burguesía nacional al hacer el trabajo sucio desmovilizando y ejerciendo la tarea de contrapeso a la indignación general. Son, para decirlo coloquialmente, el punto de fuga de la rabia. Analizándolo desde un punto de vista marxista, con condiciones objetivas más que garantizadas para el proceso revolucionario, la táctica política de partidos como Podemos supone una clara traición a los intereses de la clase trabajadora y un claro favor (aunque no sea intencionado) a los intereses de las élites económicas.


  1. Voy a centrar mi contracrítica también en la táctica política, porque la “parte personal” es un terreno muy resbaladizo.

    Podemos no es La Revolución, eso está claro. Tampoco creo que pretenda serlo. Es más, por hablar en términos marxistas, como haces aquí, Podemos solo pretende sanear la superestructura sin tocar demasiado las relaciones económicas y el sistema de producción, nótese que su programa se centra en echar “la casta política” como si ahí estuviese el poder (como bien indicas).
    Pero hay que ser claros, los que vemos claras las cosas en términos de clase somos cuatro gatos, y mal contados. A veces nos creamos un microclima en el que nos sentimos muy cómodos, relacionándonos con más gente que ve las cosas más o menos como nosotros, pero sin (querer) ver que somos una muestra muy reducida. Europa no es el caldo de cultivo de ninguna revolución proletaria. Habrá conatos, como puede haber sido Gamonal o el más reciente de Sants, pero nadie quiere un conflicto continuado para emanciparse, la gente solo quiere una propiedad, unas vacaciones en la playa, poder cenar de restaurante de vez en cuando y tener un compañero sexual aceptable. Nada más.
    Por eso, me parece que Podemos o Syriza son oportunidades para sanear esta superestructura. Sé que puede parecer demasiado pragmático, pero en el actual sistema la infraestructura solo se podría cambiar mediante un conflicto continuado (y que sería muy costoso y duro) que crease conciencia de clase, cosa que sinceramente, casi nadie quiere o pretende. Hablas de la falacia del Estado del Bienestar (con la que estoy totalmente de acuerdo), pero lo haces como esperando a que Europa se rebele y renuncie a él. Sabes de sobra que no es así, la revolución debe venir del oprimido, de los trabajadores explotados en la más absoluta miseria del sistema capitalista que puede representar, por ejemplo, el sudeste asiático; ese es el auténtico caldo de cultivo. Mientras tanto, los excedentes producto de esa explotación van a existir, y volviendo a mi pragmatismo, prefiero que se repartan en forma de Estado del Bienestar a que se diluyan en los mercados. Y podría seguir con todos y cada uno de los puntos criticados (y bien criticados, por cierto)

    En conclusión, prefiero una superestructura saneada a la actual. A mi Pablo Iglesias no me ha convencido, ni de lejos, pero no creo que deba ser criticado de forma tan feroz por la izquierda revolucionaria. Más que nada porque si jugamos al acoso y derribo con cualquier cosa que no sea una revolución proletaria, nos vamos a quedar más solos (aún). Y siendo cuatro gatos, más solos (aún), nunca podremos hacer nada de verdad, excepto discutir en nuestro microclima sobre teoría política y jugar al “imagina que”.

    Un saludo.

    1. Gracias por tu respuesta Raúl. El problema que veo es en dar alas a colectivos con idearios pequeño-burgueses. Es decir, el reformismo siempre será aceptado en caso de crear condiciones revolucionarias, no al contrario como se desvela en este caso, de ahí mi crítica a ese hipotético saneamiento. En realidad sanear la superestructura como dices no es posible, debido al ciclo inevitable del sistema capitalista (recuperación de la tasa de ganancia). Sobre el problema del purismo hacia las masas, es cierto que actualmente nos encontramos en un momento difícil, pero las condiciones para un proceso revolucionario se están dando completamente, por ello en mi opinión el objetivo ahora debe ser reconstituyente, y no dejar en manos de partidos oportunistas el poder popular, pues estos solo lo utilizarán para recuperar sus privilegios y no para darnos a nosotros el bienestar al que aspiramos (democracia obrera).

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