domingo, 27 de julio de 2014

Sobre la práctica de la solidaridad en nuestro entorno inmediato ¿la mejor arma?

Últimamente nos hemos encontramos de forma constante con una consiga que afirma que "la solidaridad es nuestra mejor arma" y la frase en si misma deja mucho que pensar

Se ha dicho ya en muchas ocasiones que la solidaridad es un soporte del sistema y que el sistema se valida de ella para fortalecerse. Aun cuando en términos generales estamos de acuerdo con esta premisa que rompe de tajo con todo el ilusionismo romántico que gira en torno a la práctica de la solidaridad -y que muchas veces de eso no pasa-, aquí hablaremos de ella como punto objetivo dentro del movimiento anarquista en nuestro entorno; mas no como punto subjetivo fuera del entorno anarquista. Aunque cabe señalar que la observación también es válida en ciertos enfoques que se da a la solidaridad en el entorno ácrata llegando a hacer de esta, una especie de practica caritativa que se asemeja mas a las labores de los grupos ONG y demás organizaciones izquierdistas que a la idea que como anarquistas concebimos como solidaridad y el apoyo mutuo entre compañeros.
En los últimos tiempos nos hemos encontramos constantemente con una consiga que afirma que "la solidaridad es nuestra mejor arma", mas allá de que cierta consigna romántica efectivamente sea enfocada específicamente al factor presos y lucha contra las prisiones, la frase en si misma deja mucho que pensar. Y parte de eso "mucho que pensar" corresponde al hecho de cómo y de qué manera se concibe la solidaridad como un arma de ataque a esta realidad mercantil; así como también la limitante que ya lleva la incluida consigna afirmando que el echo en si de solidarizarse es la mejor manera de acabar con la institución penitenciaria o más aun con el Estado.
La solidaridad en el anarquismo es un vínculo entre diversas individualidades a modo de generar apoyo a una causa, o a una persona, lucha o preso. En la actualidad esa práctica de la solidaridad parece verse limitada al facto presos y dentro de ese presismo otras limitaciones salen a flote. Al parecer una gran parte de este movimiento solidario que se gesta en el anarquismo (incluido el que se "reivindica" como insurreccionalista) y que engloba a todos quienes de alguna manera se sienten parte, en términos generales esta configurado a la distancia y en tercera persona, delegando al mundo virtual la intervención e incisión que debería partir desde lo individual y con ello todas sus limitantes. Con esto nos referimos específicamente a que la solidaridad casi ha dejado de ser un acto cotidiano que nace de nuestra individualidad (ya que ese apoyo no siempre es realizar una marcha, la solidaridad que nace desde nuestro corazón y en primera persona son también las visitas a los compañeros en la cárcel, cartas y otro tipo de apoyo) y ahora parece estar delegada -y limitada- a las convocatorias de días, semanas o meses que se dirigen como "solidaridad" con los compañeros presos; pero también a ser utilizada como consigna casi única de los comunicados reivindicativos de acciones, separándola de esta manera de la cotidianeidad de la vida, como practica natural del anarquista. Así mismo parece estar delegada también al apoyo económico hasta cierto punto en hacer de las donaciones un sinónimo único de solidaridad y convertirlas en el punto central de la lucha, dejando en segundo plano el de la intervención individual y en primera persona, creando un cierto matiz ideológico en torno a esto; lo cual en cierta manera genera que la solidaridad idealizada sea visibilizada como una práctica solamente a la distancia y la comodidad de quienes se dignan a poner un poco de dinero para sanar su propio sentimiento de responsabilidad -u obligación- de apoyar. ¿Pero cuál es entonces el arma a empuñar, siendo supuestamente esta la mejor? Ninguna a nuestro parecer, no es ningún arma cuando de esa práctica solidaria no aflora el debate, la discusión, la crítica y la reflexión que genere una perspectiva mas amplia sobre la existencia de las prisiones y sus raíces intrisectas en la existencia de cualquier tipo de Estado. No es ningún arma cuando no genera ningún impulso practico contra el sistema, ni destructivo ni constructivo, sino que por el contrario, "se convierte en una mera adaptación al mismo" y en dados casos "en una redundancia de los mismos valores del sistema". No es ningún arma cuando es una serpiente que se come a si misma infinidad de veces y todo se reduce a un plano de un "club social" -dinero, pancartas, reivindicaciones, consignas, peticiones- que no rebasa sus propias limitaciones y que sin embargo las repite una y otra vez. No es ningún arma mientras no hay una propuesta real para el cambio que se pueda proyectar a partir de ella.
Ya en muchas ocasiones se nos ha criticado -dicho y escrito debido a algunos textos que hemos difundido- sobre el porqué emitimos una crítica al respecto estando compañeros y compañeras en prisión. Que la crítica resta el apoyo, que están sufriendo los compañeros, que es infame, que pobrecitos, que eso se dice porque uno está afuera desde -el ya gastadisimo ataque- la comodidad de una computadora… etc. mil y un mas pretextos que nublan la visión crítica constructiva como medio de fortalecimiento de la lucha y que a su vez minimizan cualquier aporte a ser un simple "ataque". ¿Y si dijéramos que son los mismos compañeros presos quienes también participan en este debate y este aporte y que ante su negativa de que se siga centralizando la actividad en sus personas es que deciden no firmar con sus nombres nada y que todo salga bajo el anonimato? Porque la intención de un análisis como tal, critica constructiva o destructiva -de esquemas e ideologías- no es restar ningún apoyo a nadie, sino por el contrario está enfocada en fortalecer la lucha, en fortalecer los hilos negros de la solidaridad para llevarlos más lejos que las propias limitaciones y contaminaciones izquierdistas. Un ataque infame es un ataque y una crítica es una crítica, ataques infames los hay todos los días mientras que la crítica casi brilla por su ausencia. Además que en el caso de una crítica la finalidad es tocar puntos específicos, mas no atacar directamente a los compañeros en prisión. Esa actitud de victimizar a los compañeros presos o en fuga y que aflora en una gran parte del movimiento anarquista, reduciendo su fuerza individual y su dignidad a un "pobrecitos"; hace ver a toda costa que muchos compañeros y compañeras anarquistas no pueden superar la fase caritativa y sentimentalista de la solidaridad que nos impone este sistema. Y en muchos casos es mas que evidente no se quiere superar, ya sea por falta de reflexión o por mera comodidad.
Así es como de todo este movimiento solidario acrítico brotan algunas de las contradicciones más visibles. Por el lado público, algunas compañeras y compañeros -no generalizamos que quede claro- afirman que la solidaridad es un arma, que es nuestra mejor arma, que se dirige como apoyo hacia todos y todas sin excepción alguna, quien es indiscriminada; mientras que debajo -pero no tan debajo- del agua emergen evidentes contradicciones ya que formalizan grupos solidarios específicos con tal o cual persona en situación de carel o fuga. Esta práctica de evidente contradicción emerge como un versus a la solidaridad indiscriminada de la cual muchas y muchos hacen gala públicamente. Es una doble cara de la solidaridad que no se define y que por el contrario muestra un grado de conveniencia, un lado "amable". De aquí deviene otra evidente contradicción con las consignas anarquistas a nivel internacional que apuntan a que la solidaridad entre ácratas es más que palabra escrita, a que la solidaridad es indiscriminada. La campaña llevada a cabo por muchos compañeros en el mundo entero con los compas detenidos hace poco en España frustra cualquier intento de solidaridad con los compañeros del 5E-Mexico (por ejemplo) y muchos mas presos anarquistas, a quienes nunca se les menciona, a quienes nunca seles dirige un solo acto solidario que rebase las fronteras Mexicanas y Canadienses, país de donde provienen dos compañeras. Esto nos hace pensar en muchas cosas y una de ellas es el quitar de en medio esa pantalla nostálgica de solidarizarnos con todos y todas como practica bonita, florida, casi hippie de la solidaridad sin antes cuestionarnos a nosotros mismos como individualidades que tanto estamos de acuerdo con dichas situaciones, personas o casos; las cosas deberían de quedar en claro. Ya que en las palabras aunque se vislumbra un movimiento solidario internacional -que muchas veces se auto proclama informal- que dirige su apoyo indiscriminadamente con los compañeros y compañeras prisioneros de la guerra social, en la práctica se nos muestra lo contrario. Con esto ni estamos clamando a elevar las semanas de solidaridad -además limitantes-, ni tampoco que los nombres de los compas del 5E-M aparezcan en los quilómetros comunicados reivindicativos de la FAI-FRI, además sin dejar de lado el hecho de que ya han dejado en claro cual es la lucha por la cual están; ni tampoco estamos pidiendo una sobre atención a los compas desviando los objetivos de la lucha pues nos encontramos de acuerdo con las palabras que la compañera Amellie ha expresado en su penúltima carta. Además de que este tipo de campañas mediáticas contienen ya sus propias limitantes entre las cuales se encuadran los evidentes diálogos con el poder, peticiones indirectas y directas de liberación, exculpación de compañeros, demostraciones al poder de que ciertos compas tienen el apoyo con todo el potencial "insurreccional" de su parte creando de manera bien directa la sobre valoración del poder hacia ciertos compañeros en busca de su bienestar sobre el bienestar de otros presos, justo lo que siempre hemos criticado de la imagen del preso político. No, con esto solo buscamos evidenciar esas "invisibles" contradicciones, como muchos y muchas las tenemos, pues hay que afrontarlas críticamente aunque sean dolorosas. Buscamos llegar a la reflexión sobre el que tanto esa solidaridad es real y es un arma directa como punto de tensión hacia la insurreccion. Todo esto nos lleva a la evidente pregunta ¿Es indiscriminada o selectiva esta práctica de solidaridad? Y si es evidentemente selectiva -ya sea por motivos de afinidad, de ideología, de genero e incluso de problemas interpersonales- ¿Entonces porque no dejar en claro las cosas?
El movimiento anarquista actual reproduce varios factores mismos que el sistema impone como practica solidaria. En definitiva pensamos que debemos de superar esta práctica folclórica de la solidaridad como arma, siendo esta idelizacion -como lo mencionamos antes- simplemente un circulo y un club social que se consume asi mismo, que esta apartado del resto de la subversión anárquica, que tiene unos stands establecidos, que tiene unos limitantes, un modo de comportamiento, del ser y del hacer, unos dogmas, una exclusividad y como toda practica parcial de ello no aflora ningún camino hacia la insurrección, sino que -quizas sin saberlo- tiene sumidos a todos y a todas en el inmovilismo y en el estancamiento, creyendo que esto es en su totalidad la subversión anárquica de este mundo mercantil. La práctica de la solidaridad debe de ser en primera persona y es desde el individuo que se asume de la forma que se desea, de la forma que uno mismo elige -ya sea desde el apoyo económico, cartas, visitas, hasta acciones desde el anonimato y desde nuestra cotidianeidad, etc-; a modo de no crear un movimiento "solidario" ideológico único, separado de la totalidad de la lucha, separado de la totalidad de la guerra social, separado de la totalidad de la anarquía que va mucho más lejos que solo eso y que en definitiva separado de la totalidad de la vida.
La única consigna de libertad a los presos que conocemos y que seguiremos afirmando es la lucha misma por la destrucción del Estado y con el, de todas sus prisiones. No buscamos beneficios ni exclusividad para nadie. Manifestamos nuestro apoyo directo y en primera persona, y publicamos las cosas que nos parecen pertinentes, aportativas y necesarias de darles difusión.
La solidaridad es solo un arma, como lo son las piedras, los palos y los libros; no la única, nunca la única y quizás tampoco la mejor.
La cita más importante será siempre en las barricadas

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